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ELEFANTENTREFFEN 2016 (Reportaje publicado en la revista MONDO BIKER, nº 109)

Este viaje a Elefantes no empieza cuando arrancan las máquinas, ni siquiera con los primeros preparativos, este viaje comienza en una conversación de besugos entre El Pi y un servidor en el Rat Show Festival, hace ya unos meses:

-“Pues yo voy a Elefantes”

-“El que va, soy yo”

-“Vale, te vienes conmigo”

-“No, tú te vienes conmigo”

-“No, yo voy”

-“Vale, te vienes entonces“ …

Cierto, así contado no tiene mucha gracias, pero en ese momento y con unos cuantos packs de cerveza encima la cosa cambie, je.

Las semanas posteriores las pasamos planeando la subida; que si por barco, que si por carretera, atravesando peajes o sin peajes, hotelitos con encanto o noches cuneteras,…   Finalmente decidimos viajar por ferry desde Barcelona a Génova para ahorrar kms y pasta.

Los billetes no los reservamos ya que nos dejamos asesorar por El Pi, que decía “Ese barco siempre va vacío”.   10 éramos los que estábamos inmersos en esta aventura, ya no había marcha atrás, pero sufrimos la primera baja antes de partir: Aníbal se queda en tierra por motivos personales, aunque ofrece su Panam ‘modo invernal’ por si alguno tiene problemas de última hora con su máquina.  

A la hora de partir, lo hacemos en 3 grupos: Komando Achooo (desde Murcia), Komando Salmorejo (desde Córdoba) y Komando Calçot (desde Tarragona). Los cordobeses y los murcianos nos juntamos en Castellón (gracias Luis, por acogernos, por la carnaca a la brasa y por esas cervezas bien frías).  

Al día siguiente cogíamos el ferry y como siempre, íbamos con la hora ‘pegada al culo’, pero conseguimos llegar sin perdernos (mucho) y con el tiempo suficiente de preguntar por los billetes , aunque nuestro gozo en un pozo: nos dice una señorita, muy amablemente, que están agotados porque el barco está lleno …

De repente, se hace un silencio y todas la miradas se dirigen hacia el Pi, … se masca la tragedia …

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Finalmente y con unas hábiles gestiones, conseguimos que metan en el barco las 5 motos, no sin antes pasar unos apurillos de tiempo para conseguir la cerveza suficiente en plena Rambla de Barcelona para pasar la aburrida noche del barco, que luego resultó ser no tan aburrida, gracias a la birra, claro.  

El jueves llega el barco puntual a Génova, las 8.00 a.m., una hora perfecta para empezar a rodar y conseguir dormir cerca de Münich, cruzando Italia y Austria. El tiempo nos respeta y celebramos nuestro objetivo con unas cuantas jarras de cerveza de litro y una bronca del hotel por el jaleo que teníamos montado en la habitación, ¡qué tikismikis son estos alemanes!.

Viernes, parada en una tienda Louis para sentirnos como ‘auténticas Marys en un centro comercial’ y paseo placentero hasta la concentra, aunque el frío se va acentuando conforme nos vamos acercando a nuestro objetivo, a la vez que nos vamos encontrando motos y más motos por la carretera.  

A pesar de las todas las advertencias que nos habían indicado lo contrario, al llegar nos metemos directamente en la zona de inscripciones donde el barro ya empezaba a ser notable. Pero estábamos allí y unas cuantas toneladas de barro no iban a impedir que disfrutáramos del momento, de haber conseguido un sueño después de tanto escuchar las batallitas de Mateo acerca de su Elefantes.  

Después de inscribirnos y las fotos de rigor debajo del cartel , con alguna cerveza encima y unos buenos tragos de vino, nos metemos directos al agujero por el peor camino posible … medio metro de barro hacen casi imposible avanzar, motos cruzadas, caída con la África, Harleys destrozadas, … salimos de ese fangal como pudimos hasta que finalmente encontramos un hueco donde montar la tienda de campaña … sí, sólo una tienda para 2 porque los otros 3 huyeron como ‘ratas’ a un hotelito confortable.

Siguiente objetivo: localizar cerveza, esto lo conseguimos rápido gracias a nuestra vasta experiencia en estas lides. A partir de ahí, disfrutar del ambiente, del trasiego de todos los cacharros de 2 o 3 ruedas que te puedas imaginar, hogueras por doquier, gente con leña, borrachuzos nivel leyenda, carreras en el óvalo y un buen rollo generalizado que hace que te sientas integrado casi el instante.  

Por la noche es impresionante presenciar como brillan las hogueras mientras nos tomamos los callos ‘de la victoria’ calentados en culata de Panhead con una buena cerveza en la mano y rodeado de los amigos con los que has compartido tantas vivencias y kms hasta llegar a ese momento.   Al día siguiente más de lo mismo, incluso me atreví a dar una vuelta ‘rápida’ al óvalo y echar unas fotos desde el fondo del agujero con mi africota.

Reseñar que el sábado por la mañana es el mejor día para llegar a la concentra pues mucha gente ya se ha pirado y ha dejado huecos con todo preparado para que sólo tengas que montar la tienda sin tener que dormir con piolets.  

La vuelta la hicimos por la misma ruta sin nada más que reseñar, excepto los 500 kms de nieve que nos ‘chupamos’ cruzando los Alpes hasta llegar a Italia.  

PD: Este reportaje va dedicado a Andrés y Noe, del Komando Calçot, ya que sufrieron un accidente y no pudieron llegar al objetivo, aunque con el coraje y ánimos que han demostrado, no dudo en que lo conseguirán más pronto que tarde.

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