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Reportaje publicado en la Revista MONDO BIKER nº 94

Un día en moto en Las Vegas

No hay que dejar pasar la oportunidad de que uno de tus hermanos viva en el extranjero (más si es en California) y así tener la excusa perfecta para pasar unos días de gorroneo en su casa y alrededores. El destino era San Francisco, pero de camino queda …. ¡Las Vegas!, así que, sin darle muchas vueltas, mi chica y yo nos pusimos de acuerdo en que antes de llegar a FRISCO nos dejaríamos parte de nuestros ahorros en la ciudad del pecado. Previamente a la salida España habíamos alquilado una moto en la tienda Eagle Rider de Las Vegas decidiéndonos por la Indian Chieftain pero por problemas logísticos no pudieron disponer de ninguna para el domingo que nosotros la reservamos, así que nos ofrecieron la posibilidad de cambiarla por una HD Street Glide 2014, ¿tampoco está mal, no? La teníamos reservada a las 9.30 a.m., pero a las 8.00 a.m. ya estábamos en la tienda (cosas del jet lag, bueno, del jet lag y del ciudadano americano que se nos ofreció a llevarnos en su Pick Up tras echarnos la bronca por cruzar a pie la calle en un sitio peligroso. Ya le echamos cojones para montarnos con un desconocido con lo que se escucha por ahí, pero menos mal, porque la tienda estaba a tomar por … ) Muy amablemente nos atendieron de inmediato ofreciéndonos un delicioso café mientras arreglábamos el papeleo. Como he comentado antes, era domingo y había multitud de clientes para alquilar ese día, así que la cantidad de motos en la puerta era impresionante. Después de la obligada prueba de aptitud para ver si eres capaz de llevar la moto, comenzamos nuestra ruta con destino el Gran Cañón del Colorado, pasando por la Presa Hoover y recorriendo parte de la Ruta 66. Salimos a la autovía y primera cagada: me equivoco de sentido y no me doy cuenta hasta bastantes millas más adelante. Para rectificar decido cruzar la ciudad (segunda cagada); no os recomiendo cruzar Las Vegas a las 10.00 a.m. (es como si fueran aquí las 2 de la tarde en pleno agosto), infinidad de semáforos bajo un sol abrasador que hacen que prácticamente nos derritamos encima de la moto. Por fin conseguimos salir de la ciudad con destino a la Presa Hoover, aunque siguiendo indicaciones de unos tíos en un semáforo, tiramos por la ruta de los “lagos” atravesando un parque nacional. Las vistas eran impresionantes pero ya estábamos acumulando más retraso, y es que los americanos son muy amables, pero dando indicaciones no hay quien los entienda … ¿o será mi inglés de las montañas? Tras fotitos de rigor, continuamos por la 93 camino de Kingman, no sin antes parar un par de veces para hidratarnos bien, pues está cayendo una buena manta de caló. Una curiosidad de algunas autovías americanas: Se puede cruzar a nivel atravesando todo el lado del sentido contrario y no se considera “pirula”. A partir de Kingman cogemos la ansiada Ruta 66 , yeeahh!! Millas y más millas de infinitas rectas en las que nos cruzamos con cientos de motoristas, todos ellos en Harley, eso sí, de Street Glide para arriba. Joder, es como si las regalaran.

2014 LAS VEGAS

Avituallamiento obligado en Hackberry Store para comprar recuerdos y echar fotos con los cacharros que tienen por allí. Es una gozada rodar por esas carreteras tan rectas, rodeados de desierto, con las montañas al fondo y adelantar a un tren kilométrico de esos de mercancías que circulaba paralelo a la carretera. De repente, el sol se esconde y de la nada aparece una nube cuyo granizo se nos calvó como alfileres en la cara debido a los cascos que nos habían dado, poco más grandes que unos de skate. A partir de ahí entramos en la reserva india de los Hualapai y atravesamos Seligman y Williams, dos preciosos pueblos típicos de la Ruta 66 como el de la película ‘Cars’ con sus encantadoras casas y autos que invitan a que te hagas una foto en cada una de ellas. En Williams nos dimos cuenta que íbamos con la hora pegada al culo para llegar al Gran Cañón con algo de luz (aquí a las 19.00 ya es de noche), así que apretamos el acelerador muy por encima del límite, consiguiendo llegar al Cañón con los últimos rayos de luz, pero llegamos, Ja!!! Debido a la premura no eché gasolina antes de llegar al Cañón (tercera cagada), previendo que tenía suficiente para la vuelta; pero como de costumbre, a la vuelta, me perdí en el primer cruce y tuvimos que hacer más de 50 millas en sexta a 1.500 r.p.m. para conseguir llegar a la gasolinera. Menos mal porque de noche y en medio del parque natural no pasaban ni los búhos. Habíamos conseguido nuestro objetivo de ver el Gran Cañón pero debíamos volver a Las Vegas esa misma noche pues allí estaba nuestro hotel y teníamos que entregar tanto las llaves de la habitación como la moto a la mañana siguiente. Eran las 23.00 de la noche y nos quedaban 550 km hasta el destino. Estábamos muertos de sueño pues entre el jet lag y la fiesta del sábado noche de Las Vegas (cosa que hay que ver, al menos una vez en la vida) llevábamos casi sin dormir más de 48 horas, así que aproveché la pared del restaurante mexicano donde cenamos para echarme un coscón, ante el descojone general de los clientes y la cara de susto de las camareras que pensaban que venía un poco ‘tomado’ (ni que me conocieran de toda la vida). La vuelta fue sin incidentes, excepto por el hecho del frio que pasamos. Me tuve que poner servilletas en las mangas de la chaqueta, un periódico en el pecho y la camiseta de recuerdo de mi chica en la cara a modo de pañuelo, y es que el Gran Cañón está en pleno bosque forestal y por la noche cae la temperatura que no veas. Llegamos a Las Vegas a las 4.00 de la mañana con intención de irnos directos al Motel (la cucaracha feliz, por cierto), pero al ver desde la colina todas las luces de neón de la ciudad, los ojos se abrieron como platos y por pupilas se nos colocó el símbolo del dólar, así que con un simple gesto nos pusimos de acuerdo en ir de cabeza al casino a intentar hacer saltar la banca….y lo conseguí, gané 23 $ a la ruleta (aunque aún no he conseguido que mi chica me diga cuanto perdió ella). ¿Se puede pedir algo más para un día completito? Si, sólo una cosa más, un paseo nocturno en HD escuchando el Highway to Hell por la Strip Avenue.

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