Chuy y Valizas – PARAGUAY (25 feb 2018)
Con algo de resaca por la fiesta de la noche anterior y agotando el último sobre de ‘espidifen’ que me queda, salgo, acompañado unos kms por ‘El Segovia’, con rumbo a Chuy, un pueblo fronterizo entre Brasil y Uruguay, donde la mitad del pueblo pertenece a un país y la otra mitad al otro, estando cada acera de la avenida principal regido por las leyes de cada país.
Allí me esperaba ‘Cabeza’, muy conocido por todos los motociclistas de la zona, pues lleva ofreciendo apoyo a viajeros desde hace mucho tiempo. Sólo pasé una noche en su casa, pero me ha bastado para saber lo buena persona que es y la simpatía que derrochan, tanto él como su familia.
Una vez hecho los papeles en la parte Uruguaya, pues en la brasileña los hice la tarde de antes (no pidiéndome nadie los papeles de la moto para sacarla del país, por lo que tuve que volver al día siguiente, diciéndome: ‘Ah, sí, deje aquí ese documento, ya nos encargaremos de él’), sigo ruta hacia el sur por la costa de Uruguay, aprovechando los últimos días del verano en este hemisferio, visitando Punta del Diablo y varios pueblitos más, recalando finalmente en Valizas, en casa de Cubija.
Cubija es un tío peculiar, pues a sus 60 años se ve que tiene mucha vida ‘corrida’ contando historias que te dejan alucinado. Ha estado casado varias veces, ha llevado una vida de lujos y excesos, y no es que ahora sea un santo, precisamente, pero decidió alejarse de aquella vida y se vino a vivir a Valizas, donde se construyó su casa-hostel, decorada con recuerdos traídos de todo el mundo y alguna que otra planta, digamos, exótica; trabaja con su pequeño camión, eso sí, sin mucho strtess, recibiendo cada noche visitas de los vecinos (y vecinas) par cenar, charlar, beber, fumar, bailar …
Cada día voy a la playa, a la que, aunque está apenas a unos centenares de metros, bajo en moto, vestido sólo con el bañador y las chanclas. El ritmo de vida en este curioso pueblo es muy diferente y es que es un gustazo bajar así hasta la playa, en 1ª marcha, saludando a todos los que te encuentras por el camino, que educadamente responden al saludo.
Me he hecho amigo de Obelid, que está siempre sentado cerca del Parking, y aunque no trabaja allí, me dice que todos le dan unas monedas pensando que es el guarda. Me gusta sentarme a su lado y que me cuente las historias del pueblo y es que se sabe todos los chascarrillos , como aquella vez que la policía fue a casa del Christian pensando que había enterrado a alguien en el jardín.
Una mediodía, estaba preparando una tortilla de patatas en casa de Cubija, con las puertas abiertas como siempre y vi a 3 chicos alrededor de mi moto, salí para charlar un rato con ellos y me preguntaron si yo era ‘el de la vuelta al mundo’ … Resulta que habían estado unos días en Bariloche (Argentina), a miles de kms de allí, en el Club Bikers MC y Rodri les había hablado de mi, así que al encontrarse la moto aparcada por aquí, sintieron curiosidad y se detuvieron para saludarme. Dos de ellos son de España, de Jaén, la misma provincia que la matrícula de la ‘Africota’, je, casualidades de la vida. Se me hizo raro volver a escuchar de nuevo el acento ‘andalú’.
En fin, han sido unos cuantos días en casa de Cubija, relajado y disfrutando de su compañía. Espero que sigas ruteando a lomos de tu Shadow del 95 con más de 500.000 kms.