Frontera MAURITANIA – MARRUECOS (15 marzo 2018)
Me levanto temprano en Noakchot, la capital de Mauritania, pues me queda una larga kilometrada, unos 600 kms, que en África, son muchos kms. En el albergue me han advertido que no hay gasolineras por lo que, además de cargar el depósito y la garrafa extra, también lleno 3 botellas de litro y medio.
He conseguido gasolina, pero no café, así que con las magdalenas que me sobraron del día anterior, inicio la ruta. Desierto y más desierto, a una velocidad más bien baja, unos 80 km/h para ahorrar gasolina, y en esas andaba cuando me adelanta una motocicleta que se adivina ajada por los meses de viaje. No distingo el origen de la placa pues casi no se veía con el polvo rojo que tenía adherida, aunque sí diviso una pegatina de la bandera alemana. Nos saludamos mientras me adelanta y sigue camino a una velocidad más alta.
Unos 100 kms después me lo encuentro parado en la cuneta y le pregunto si le ocurre algo, a lo que me responde que no, que sólo estaba descansando. Charlamos un rato y me comenta que en unas cuentas decenas de kms cree que hay una gasolinera, por lo que decidimos encontrarnos de nuevo allí.
Efectivamente, había una gasolinera y allí estaba el nuevo amigo. Echo en el depósito las 3 botellas y el resto lo relleno con el dinero mauritano que me quedaba, llegando justo a pagar la cuenta, debiéndome buscar en todos los bolsillos mientras el gasolinero me miraba con cara de pocos amigos, pues, de pagar con tarjeta allí, ni hablar.
René, el chico alemán, me cuenta que su idea es cruzar la frontera a Marruecos hoy mismo, gustándome su plan, pues no me queda más moneda local para pagar otra noche, así que me uno a él y rodamos juntos a buen ritmo para llegar a la frontera a una hora decente.
En el lado mauritano nos marean un poco, pero nada que ver con el lado marroquí, hasta 12 veces tuvimos que presentar nuestra documentación en sendas oficinas, ventanillas, mesas, … pasar por el escáner con las motos, abrir maletas y mochilas, búsqueda de ‘drones’, incluso a René le confiscan un machete que le habían regalado en no sé qué país de Africa, pues él viene desde Sudáfrica, viajando desde hace más de 6 meses por la costa oeste del continente. René compró la moto en Sudáfrica, donde las matrículas van asociadas a la persona, no al vehículo. Pero él no lo sabía y no cambió la matrícula, cruzando todas las fronteras sin que nadie se percatara de que la matrícula no correspondía con la documentación de la moto, pero aquí sí, con el consiguiente revuelo. El entuerto se solucionó creando una nueva matrícula con un folio y escribiendo la numeración a mano.
Finalmente, tras más de 3 horas en la frontera y a punto de cerrarla, unos kms de tierra de nadie, sin carretera ni camino, ni nada y luego otros 80 kms hasta el primer pueblito donde puede haber un hotel. Y aunque con frío, disfruto de una magnífica puesta de sol rodando sobre la moto, pues estoy sólo a un país de casa, volando mis pensamientos mientras el sol se va poniendo a mi izquierda en el Atlántico, señal de que voy en el camino correcto.
Desfallecidos, ya que no hemos comido nada en todo el día, llegamos al hotel, donde decidimos compartir habitación … puede ser el comienzo de una buena amistad. También quisimos comprar una litrona para cenar en el mercado del hotel, pero los 30 euros que nos pidieron nos hicieron dedicarnos por una agüita fresca.