Noakchot – MAURITANIA (14 marzo 2018)
Estoy sin seguro en Senegal, y, aunque no es obligatorio, voy escondiéndome detrás de los camiones, cientos por cierto, cada vez que veo un control de carreteras, pues nunca se sabe con qué te van a salir cuando te paran, y rodando, rodando … llegué cerca de la frontera con Mauritania, a la ciudad de Sant Louis, donde me alojé en un hotel a pie de playa con una linda piscina para aliviar el sofocante calor pero que, cuando estaba a punto de disfrutar, me indicaron que no tenía acceso pues mi opción barata de un cobertizo sin enchufe no daba para más, dejando a cargar el teléfono toda la noche en el suelo de la recepción. La playa no era una opción de baño pues la orilla estaba llena de basura que el Atlántico había arrastrado vete tú a saber desde que parte del planeta, incluso una cabra muerta yacía allí desde hace varios días.
Salí a caminar para cenar y lo único que encontré fue un puesto callejero donde se arremolinaba la gente local, así que, tras guardar mi pertinente sitio en la cola, pedí lo mismo que el anterior cliente, más bien, lo único que vendían, una especie de buñuelos de una masa hecha a base de pescado.
Al día siguiente, y tras un café callejero, me dirigí hacia la frontera: Del lado senegalés todo fue bastante rápido, sellado de pasaporte y luego, sellado del Carnet de Passage. Otro cantar fue en lado mauritano. Aquí las cosas van despacio, muy despacio … Tras esperar pacientemente en una estancia que me indicó un militar, por fin apareció el funcionario que me llevó a un cuartucho para hacerme una foto y entregarme el visado, a cambio, eso sí, de 55 euros, y como mi pasaporte no tenía páginas libres, colocó el visado tapando otros sellos que él no consideraba importantes. Después de más papeleo en migración, hay que pagar 1 € para levantar una barrera,. (Ah, se me olvidaba, del lado senegalés también tuve que pagar 5 euros para que me levantasen la barrera).
Luego, en la aduana, más papeleo y otros 10 euros que se ventilaron por la importación temporal de la moto. Además, sólo me permiten circular 5 días en Mauritania, a pesar de que mi visado es de un mes, en fin, cosas de Mauritania.
Dejo la frontera y comienza el camino de cabras, me esperaban unos 70 kms de arena, baches y ondulaciones pero que se amenizaron con otra parada y pago, por supuesto, por pasar por un supuesto Parque Nacional, otros 4 €, que el muy vivo guardabosques, me quería cobrar 40.
Vuelta al camino de cabras y en un descanso, bajo un sol abrasador, me doy cuenta que la matrícula está a punto de desprenderse, fruto de las vibraciones. Menos mal, pues hubiera sido un buen ‘marrón’ perderla cuando aún me quedaban 2 fronteras por cruzar hasta llegar a España.
Por suerte, el asfalto llega antes de lo previsto. Los primeros kms está perfecto pero mi emoción se acaba enseguida, pues después llegarían otros 150 kms en bastante mal estado, con cruces de cabras, vacas y camellos incluidos, y muchos controles policiales donde me piden continuamente la ‘FIS’, un papel donde deben estar tus datos personales y los de la moto, se lo entregas y así ellos no tienen que rellenar nada. Gracias JAF por el aporte.
Y así llegué a la capital de Mauritania, Noakchot, cruzando por calles llenas de arena y basura, montañas de basura dificultando avanzar por sus vías por las que cruzan viandantes y vehículos sin orden alguno, alojándome en un albergue que me había recomendado una motoviajera brasileña que estuvo por estos lares unas semanas antes, y donde me dieron la bienvenida con un rico té.
Para cenar, y tras recorrer varias calles, en las que todas vendían comida basura, me dirigí a una taquería mexicana, entusiasmándome con la foto de los tacos que mostraban en su carta, pero que nada tenían que ver con el resultado final, y es que ni siquiera le echan chile picante.
Como dato curioso, hay dos tipos de moneda en Mauritania, bueno sólo una, el Ouguiya, pero con billetes viejos y nuevos. Con valor diferente, pues, por ejemplo, un billete de 100 Ouguiyas de los nuevos, equivalen a 1.000 Ouguiyas de los antiguos. Debiendo adivinar en qué precio están las cosas a la hora de comprar, para que no te estafen. Imaginad mi desconfianza en la frontera al cambiar moneda de Senegal cuando me querían dar 10 veces menos de lo que inicialmente había calculado …