Salar de Uyuni – BOLIVIA (24 nov 2017)
Me levanto temprano en La Paz, a eso de las 6.00 de la mañana pues la ruta hasta Uyuni eran aproximadamente más de 550 kms. Salir de la ciudad no fue fácil pues sus empinadas cuestas con la moto cargada y la altura, perdiendo potencia la moto, que, unido al intenso tráfico, hacen que casi queme el embrague.
Una vez que consigo salir, llegan las interminables rectas del altiplano, cruzando de vez en cuando algún pueblito, y aproximadamente cada 100 kms, intentar cargar gasolina pues mi autonomía está reducida por la avería de la bomba de gasolina, y digo ‘intentar’ porque no siempre te venden gasolina por tener ‘placa’ extranjera, y cuando están dispuestos a hacerlo, debes negociar con ellos, primero indicando que no quieres ‘boleta’ y después intentar bajar el precio.
Así me fui acercando a Uyuni, el paisaje se hace más árido, si cabe, y la distancia entre las poblaciones es mayor. Uyuni se encuentra junto al mayor salar del mundo, 10.000 km2 de pura sal, haciéndose mundialmente famoso por las míticas etapas que el Rally Dakar recorre por aquí desde que se celebra en Sudamérica, así que como ferviente seguidor de dicho rally, tenía marcado el ‘salar’ en mi agenda.
El pueblo no es muy bonito que digamos, pero está lleno de turistas ávidos de ingresar en el desierto de sal. Iba a salir temprano para allá pero se me ocurrió cambiar los ‘platinos’ de la bomba nueva (que satura de gasolina el carburador) a la antigua, debiendo recorrer medio pueblo para encontrar a alguien que me soldara con estaño una conexión para poder montarla. Al principio iba fenómena, sintiéndome satisfecho por haber podido arreglarla, por fin, pero al rato, de nuevo comenzó a fallar, así que de nuevo monté la conexión directa y me dirigí al salar.
La entrada está bastante concurrida, con numerosos 4×4 que operan tours de 3 días por el salar. Visitas obligatorias son el monumento al Dakar y el ‘altete’ con las banderas de numerosos países ondeando al viento.
La africota era la estrella, todos querían hacerse fotos con ella, incluso alguno pensaba que era una atracción más del lugar y ni siquiera pedía permiso para montarse, pero bueno, no es cuestión de enfadarse, es parte de que la moto sea ‘famosa’, jajaja. Además de la belleza del lugar, el salar es considerado como uno de los nodos de energía mas importantes del planeta, como pude comprobar al adentrarme varios kms, extasiándome con la tranquilidad que allí se respira y recargando las pilas necesarias para continuar con el viaje.
Tras el salar toca limpiar bien la moto para que no haya sorpresas posteriores con la corrosión, después, llenar el depósito (no sin antes negociar el precio, por supuesto) y prepararlo todo para el día siguiente, pues se espera un día duro hasta la frontera con Chile, casi 200 kms de off road y sin gasolineras … pero ésa será otra historia.