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GUATEMALA – SEMUC CHAMPEY (15 De Junio 2017)

GUATEMALA – SEMUC CHAMPEY (15 de junio 2017)

Desde Flores a Lanquín, el GPS me marcaba 270 kms y más de 10 horas de ruta, pero pensé que era porque había que cruzar un río en barcaza, así que salí todo lo temprano que el hotel me permitió pues tardaron más de una hora en servirme el desayuno y después porque no podía sacar la moto de dentro de la recepción pues había un coche aparcado justo en la salida.

Los primeros kms fueron cómodos con buena carretera, ligera lluvia y pasando por pueblitos donde observaba que la vida aquí no es sencilla pero a la gente se le ve feliz ya que la sonrisa en sus caras así parece reflejarlo. Llego al río que hay que cruzar en una especie de ferry y tras adelantar a una enorme cola de coches y camiones, llega una pequeña barca que cruza a las motos más ligeras. Consigo montarla en la lanchita con algo de expectación de todos los presentes ya que la estabilidad en la barca no era muy buena, pero finalmente no llegó ‘la moto al río’.

Continúo camino tranquilo hasta las Cuevas de la Candelaria donde para llegar hay que agarrar un camino algo difícil por las pendientes tan pronunciadas pero que consigo salvar sin ninguna caída, llegando a las cuevas donde Don Eduardo, un señor de 80 años me hace de guía, y aunque no está para muchos trotes, me explica todo el recorrido perfectamente, si bien no le entendía algunas palabras ya que su lengua principal es un dialecto maya que hablan en esta zona.

Tras el recorrido y zamparme un par de sándwiches sigo camino por una carretera espectacular entre un paisaje con enormes montes verdes cubiertos de frondosa selva y coronados con esa niebla característica que los envuelve en un halo de misterio. Pero de repente la carretera cambia y casi sin avisar se convierte en un camino de cabras … piedras y más piedras hacen que casi me vaya al suelo varias veces, así que decido darme la vuelta e intentar buscar otro camino; me cruzo con un motociclista local y tras preguntarle me comenta que ése es el único camino y me dice que sólo son malos ‘2 kms’, así que decido continuar e ir juntos por el camino. Yendo acompañado voy a mejor ritmo pues me siento más seguro en caso de caída y esos 2 kms se me hacen interminables. Tras parar y volver a preguntarle me dice que tenía que haber cogido un desvió anterior para agarrar el asfalto pero que se daba mucha vuelta, que ya no merece la pena pues lo peor ya ha pasado.

Así que sigo adelante … ufff, 60 kms más, y créeme, el piso no mejoró mucho. Por el camino me encontré con otros viajeros en una ‘van’ que me comentan que el GPS también los ha metido por allí y tampoco lo estaban pasando bien, ‘mal de muchos …’. Estuvimos charlando un rato y continuamos camino alejándome poco a poco pues mi ritmo con la moto era más alto que el suyo con su furgoneta.

Finalmente, y con la noche ya encima, llegué al hostel en Lanquín y tuve suerte de encontrar una cama en un bunker, pero era la del aire acondicionado, y por tanto más cara, aunque al día siguiente quedaría una libre en la habitación barata y esa me la dieron gratis por tener que cambiarme, así que ¡genial!. A la hora de pagar, me devolvieron el cambio como si me quedara en la barata, por lo que le digo que me está cobrando de menos, quedando la recepcionista muy agradecida por el gesto, ¡Pobre, pero honrado!.

Semuc Champey significa ‘donde el río se esconde’ y es que en esta parte de la selva, el río Cahabón se sumerge por debajo de la tierra, creando unas fascinantes pozas naturales en la superficie. Para visitalas, a unos 11 kms, elijo hacerlo en transporte ‘público’ ya que toda la gente local me advierte que el camino está bastante malo por las recientes lluvias y los deslaves de tierra ocurridos y la verdad es que sí, que desde la ‘cajuela’ de la pick up se ve bastante mal y se disfruta mucho más viendo cómo es otro el que tiene que lidiar con su vehículo por el barro y los desniveles del terreno.

Durante el trayecto de ida, unos 45 minutos, he conocido a Mateo, un buscavidas local de 13 años muy simpático, y me cuenta, entre otras cosas, que a su edad ya ‘se agarra unas buenas borracheras’, mientras que a la vuelta he coincidido con un grupo de estudiantes de turismo que pensaban que era ‘gringo’ y por tanto no me enteraba de lo que estaban hablando pero cuando he respondido a alguna de sus barbaridades, nos hemos reído bastante al darse cuenta que había entendido todo lo que dijeron.

Pero no todo van a ser alegrías, la africota tiene problemas eléctricos de nuevo, y tras una primera exploración creo que es una mala conexión del fusible principal o del relé de arranque, lo que trastoca un poco mis planes, pues en lugar de viajar directamente al lago Atitlán, me dirigiré antes a la Ciudad de Guatemala, al taller de unos nuevos amigos que el grupo de apoyo al motoviajero me han recomendado, ¡qué bueno es esto del internet!

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