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Antonio, El Padre De Juanjo – COLOMBIA (17 Agosto 2017)

Antonio, el padre de Juanjo – COLOMBIA (17 agosto 2017)

Para llegar a Riosucio desde Bogotá pasé por el Valle del Cocora, visitando el bosque de palmeras gigantes, de más de 60 metros de altura, haciendo noche en Salento, bonita localidad colonial con la gente muy amable y a la que llegué con tiempo de ver los últimos 15 minutos del Madrid-Barça de la Supercopa mientras me tomaba una cerveza bien fría en el típico bar de pueblo.

El paisaje aquí ha cambiado radicalmente, enormes montañas verdes que hacen que la carretera se vuelva muy revirada, gozando enormemente de ellas a lomos de la africota, incluso cuando el tráfico se vuelve más intenso, como por ejemplo en la ‘Nariz del Diablo’, con dobles y triples adelantamientos por parte de camiones, autobuses y demás vehículos pesados. Memorable el ‘pique’ con el autobús ‘asesino’, adelantándonos mutuamente en las amplias curvas de esta divertida carretera.

También es característico de esta zona los cortes en la carretera por obras, aprovechando cada parón para charlar con los motoristas locales, mientras miran con asombro la matrícula y las ‘calcas’ (pegatinas) que se van acumulando en mis maletas y en los carenados de la moto.

Juanjo es mi amigo desde la infancia, un tío muy noble con el que he compartido muy buenos momentos; su padre, Antonio, se vino a vivir a Colombia hace ya bastantes años, así que cuando Juanjo se enteró de mi viaje, en seguida me dijo que si pasaba por Colombia, tenía que ir a visitar a su padre. Desde que entré en el país, Antonio ha estado pendiente de mí, así que por fin llegó el día de encontrarnos.

Es una alegría inmensa encontrar una cara conocida en un viaje así, y a pesar de no habernos visto desde hace muchos años, el afecto transmitido en el abrazo de bienvenida demuestra que el tiempo y la distancia no es motivo para que dos personas se olviden. Gladis, su encantadora esposa y el hijo de ambos, Santiago, hacen que me sienta estos días como en casa, comportándose como excelentes anfitriones, mientras me enseñan la población donde residen, Riosucio, caminando entre sus calles y plazas, visitando el mercado, en fin, observando el día a día de sus gentes … lo que me gusta caminar por estos pueblos con sus calles llenas de vida!

Momento culmen fue cuando me prepararon una tortilla de papas y unos torreznos … casi se me caen dos lagrimones, … pero el viaje debe continuar y tras pasar unos estupendos días en su casa, me despido de Antonio y familia, pero es sólo un hasta luego, ya que he dejado en su casa parte del equipaje que no necesitaré durante mi estancia en Medellín. Así que en unos días regresaré a Riosucio, y más sabiendo que ya me están preparando un buen asado con el resto de la familia de Gladis.

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