Barranquilla – COLOMBIA (24 julio 2017)
Segunda etapa de mi viaje por Colombia … ufff, se dice pronto, pero cuando me paro a pensarlo … ¡Estoy rodando por Sudamérica!
Tras instalarme en un tranquilo hostel en Barranquilla, donde por la noche me permiten guardar la moto en patio enrejado que hay en la entrada, voy por la tarde a visitar a Miguel, un contacto en la ciudad que me pasó Yaneth.
Miguel es el presidente del Club Pulsar Elite Barranquilla y desde que me puse en contacto con él, siempre ha estado presto y dispuesto a ayudarme, así que tras cruzar la ciudad entre el kaos de motos, autobuses, coches, camiones, carros, bicitaxis, motocarros y cualquier cosa con ruedas que te imagines y pasar por algún barrio un tanto peligroso gracias al gps, a escasos 800 metros de la casa de mi amigo, un control de tránsito me detiene. Estaba tranquilo pues tengo toda la documentación en regla: seguro del vehículo, certificado de importación, pasaporte, … tras enseñarle toda la documentación, el resto de policías ya comenzaron a preguntarme por mi viaje y a echar bromas, así que pensé que no habría problemas, pero de repente uno dice, “No tienes el certificado de la Tecnomecánica”. Intento razonar con él indicándole que en la aduana no me habían hablado de ese documento, pero no hay manera y me dice que tiene que inmovilizar el vehículo y llevárselo la grúa. Ya me imagino por dónde van los tiros así que comienza la negociación, y tras preguntarle cómo podríamos solucionar el asunto “pues me hace falta la moto”, me sugiere que con “una colaboración a la causa”, podríamos arreglarlo, así que tras un tira y afloja, pactamos la cantidad, pero que no se los dé allí porque hay cámaras de seguridad, así que nos metimos los dos en la cabina de la grúa para hacer la entrega.
Al llegar a casa de Miguel y explicarle lo sucedido, comienza a investigar y resulta que el dichoso documento no es necesario para los vehículos con placa extranjera durante sus 3 primeros meses en el país, en fin, cosas del viaje, qué le vamos a hacer, a olvidarse del asunto y a disfrutar de los nuevos amigos del Club Pulsar Elite, aunque cada vez que veo alguno de los numerosos controles, reconozco que se me pone el ‘culo chico’.