
Chachapoyas – PERU (17 Octubre 2017)
Camino de Chachapoyas, sí, así se llama el pueblo, se encuentra la ciudad de Jaén, suficientemente grande como para encontrar donde comprar el seguro obligatorio para la moto, ya que en la frontera fue imposible conseguirlo, pero el único sitio que he encontrado que se lo hacen a matrículas extranjeras me piden 80 euros por un mes …muy caro, pero es éso o ir ‘acongojado’ en cada uno de los numerosos controles de carretera que hay, así que decido comprarlo.
La ruta hasta Chachapoyas es espectacular, discurriendo entre los enormes e interminables cañones del río Utabamba, dándote ganas de parar en cada curva a tomar fotos, rematando la llegada al pueblo con una preciosa subida con buenas curvas y desde cuya cima sólo se divisan montañas y más montañas, y es que … ¡estoy en los Andes peruanos!!!
Mientras busco alojamiento me encuentro una tienda de telefonía, y pregunto si tienen chip para extranjeros y como al parecer es un tanto complicado tramitarlo, me regalaron uno que utilizaban ellos en la tienda, ya registrado y con saldo y todo.
En los alrededores del pueblo hay numerosas maravillas naturales para visitar, como la espectacular cascada de Gokta, la tercera más alta del mundo y a la que se accede tras una caminata de más de 2 horas, subiendo y bajando cerros en plena selva donde conocí una guapa y simpática chica, haciéndose más ameno el tedioso camino.
Otro punto turístico importante son las ruinas de Kuelab, a la que puedes acceder en teleférico o hacerlo por ruta off road de 40 kms; te puedes imaginar cómo llegué hasta la ciudad inca, acertando de pleno, pues las vistas desde el maltrecho camino son para quedarte con la boca abierta. Por dicho camino, en medio de la nada, me encontré con una pareja de daneses que estaban paseando, me paré para preguntarles si necesitaban algo, y me dijeron que no tenían señal en el teléfono y necesitaban contactar con el taxista que los había traído para que los recogiera al día siguiente, yo tampoco tenía cobertura allí, así que les pedí los datos del taxista y cuando tuve conexión me puse en contacto con él para que los recogiera a la hora que me habían indicado.
El momento divertido del día ocurrió durante la visita a las ruinas, ya que coincidí con una excursión de un colegio y todos y cada uno de los chavales se querían hacer una foto con el ‘señor gringo’, como me llamaban algunos, o con ‘el señor de los anillos’ como me llamaban otros.
Ya en el pueblo, mientras me tomaba una cerveza de lata y unos cacahuetes sentado en un banco en la plaza de armas, al ver la moto, se acercó un chico y empezamos a hablar del viaje y demás, acabando cenando juntos con otros amigos a los que él había avisado, no permitiendo que pagara mi cena, compensando así el Karma mi buena acción de la mañana.