FIESTA DE CUMPLEAÑOS
Es tradición en México que cuando un niño cumple 3 años, se le lleve a ‘presentar’ al templo por parte de sus padrinos. No existe un ritual litúrgico propio para este acto, así que el sacerdote utiliza, normalmente, el rito de la bendición de niños.
La ceremonia en la iglesia es sólo el inicio de la fiesta ya que ésta continúa con una gran celebración por parte de toda la familia y amigos. Fui invitado a una celebración de este tipo de la hija de unos amigos de mis anfitriones, no sabiendo muy bien lo que me iba a encontrar, pero tras las primeras miradas de todos los asistentes (acentuadas por el hecho de llegar tarde, pues todos estaban ya sentados en el convite), el trato recibido por todos (padres, padrinos y resto de asistentes, unos 300) fue exquisito.
Tras una sencilla pero deliciosa comida, acompañado por un rico mezcal y amenizada por un grupo de ‘mariachis’, se anuncia que en breve comenzarán las peleas de gallos.
Las peleas de gallos es un distintivo de la cultura mexicana, remontándose la tradición a los inicios del siglo XVI y está difundida por gran parte de la geografía del país. Se ha creado una gran expectación en torno al pequeño círculo por parte de niños y mayores, mientras son presentados los diversos contendientes.
Es curioso ver cómo se le añaden afiladas ‘calzas’ a las patas de los gallos que actúan como espolones adicionales de 1 pulgada que cortarán toda la carne que toquen.
Los gallos son pesados previamente a la pelea para luchar en su categoría, mientras un tercer gallo los ‘chilla’, es decir, los hace enojar justo antes del enfrentamiento, ya sea arrancándoles las plumas con el pico o pateándolos con un espolón sin armas para así volverlos más fieros.
Cada enfrentamiento apenas dura un par de minutos, aunque con muchos lances. Plumas, polvo y gritos del público, acabando la pelea con uno de los contendientes muerto sobre la arena.
Mientras tanto, el padre no para de servir a todos los invitados el rico mezcal traído expresamente del Estado de Guadalajara, y mientras las peleas de gallos continúan, se anuncia por megafonía que va a comenzar el ‘jaripeo’, (rodeo mexicano consistente en la monta de toros de casi 900 kgs).
Tras encerrar al toro en el pequeño cubículo donde se revisan amarres y tras la dedicatoria del jinete en el centro de la plaza y presignarse repetidamente, éste se dirige a donde se encuentra el toro para subirse a sus lomos: el nerviosismo se hace palpable mientras el speaker da más emoción al acto, el cowboy agarra con su mano derecha el pretal y con su izquierda se sujeta el sombrero y da la señal … abriéndose la compuerta y los 900 kgs de carne y músculo salen volando mientras se libra la batalla entre jinete y toro durante 8 segundos.
Si el jinete aguanta ese tiempo se convierte por unos minutos en el héroe local, siendo felicitado por la madre de la cumpleañera con una generosa propina de por medio, mientras el público aplaude fervorosamente.
En otras ocasiones, los jinetes no han tenido tanta destreza, acabando prematuramente con sus huesos sobre la arena e incluso uno tuvo que ser evacuado al hospital tras ser pisado por la enorme pezuña del animal.
La fiesta continúa y es el momento de cortar la gran tarta de varios pisos, formándose un gran alboroto entre los más pequeños pues saben que es el paso previo a la piñata, mejor dicho, piñatas, en plural, pues fueron varias las que se colgaron. Uno a uno, los niños van dándole palos (con un tiempo delimitado por una canción tradicional) para poder obtener los caramelos y sorpresas que se esconden en su interior.
Después llega el momento del baile donde la banda da lo mejor de sí, mientras el mezcal sigue corriendo por la barra donde los participantes en el jaripeo y las peleas de gallos se arremolinan para tomar e intercambiar historias. Me acerco para pedir un trago y acabo haciendo nuevas amistades y echando unas buenas risas como no podía ser de otra manera.
