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GUATEMALA: Ruinas Mayas De Yaxhá Y Tikal (12 De Junio De 2017)

GUATEMALA: Ruinas Mayas de Yaxhá y Tikal (12 de junio de 2017)

Tras cruzar la frontera y sacar dinero local en un cajero automático situado en una gasolinera, me dirijo a Yaxhá, unas ruinas mayas mucho menos conocidas que Tikal pero que la gente local me ha recomendado. Desde la carretera principal hay unos 15 kms de camino, que con la lluvia y los charcos se hacen un poco pesados, además de un par de pronunciadas subidas y bajadas que le dan mayor emoción a la jornada (y es que casi nunca hay un día tranquilo, je).

La entrada cuesta 80 quetzales, permitiendo acampar y estar por todo el parque durante 3 días, pues hay 3 diferentes grupos de ruinas, separadas entre ellas varios kilómetros. Los guardas son muy amables y no hay ningún coche en el Parking, así que la moto estará bien vigilada mientras dura mi visita.

Las ruinas son impresionantes y la puesta de sol desde una de las pirámides es espectacular, no encontrándome apenas a gente por ellas, sólo a una pareja de estadounidenses que había visto en la frontera y a un grupo de estudiantes de turismo que están haciendo prácticas en el Parque, con los que luego coincidiría en la zona de camping, donde puedes montar tu tienda bajo unas palapas, con baños y duchas, aunque no hay luz eléctrica, cosa que el grupo de estudiantes aprovecha para hacer una fogata y contar historias de terror alrededor de la misma, tales como ‘la llorona’ o ‘el jinete sin cabeza’.

Hay una pequeña tienda donde puedes comprar algo para cenar o también puedes acordar con el cocinero de los guardas para que por un módico precio te prepare la cena y el desayuno. Los guardas y trabajadores hacen turnos de 22 días en el parque, quedándose allí a dormir y luego libran 8 días, pues la distancia y el tiempo hasta su casa es muy grande; me cuentan que es duro estar así pero es la única manera que tienen de ganarse la vida.

Al día siguiente toca Tikal, mucho más turístico y, por tanto, más caro, 150 quetzales. Debido a los antiguos problemas de corrupción con el dinero de las entradas, sólo se pueden conseguir en una sucursal de un determinado banco, dando varias vueltas para encontrar alguno que las vendiera, hasta que alguien me aseguró que sí, que en la entrada se vendían pues el banco había puesto allí una sucursal móvil en un remolque.

Desde la entrada hasta las ruinas hay unos 15 kms de carretera entre la selva donde la velocidad está limitada a 45 km/h. La forma de controlarla es que al entrar te dan un papel con la hora que has entrado y tienes que presentarlo al llegar, si has ido demasiado rápido o no presentas el papel … multa al canto.

Las pirámides aquí son majestuosas, escapándoseme algún que otro ‘ohhh!’ en varias ocasiones, pero la zona es bastante extensa, así que mejor visitarla con un buen calzado, no en chanclas, como hice yo.

En 3 o 4 horas había cubierto la visita y me dirijo a la Isla de Flores, pero por el camino comienza a llover y justo enfrente mía se cae un señor en una motocicleta de pequeña cilindrada (de las millones que circulan por aquí), por suerte y a pesar de ir sin casco y sin protecciones (cosa normal en esta zona del país), no le ha pasado nada, sólo un raspón en el codo. En cambio la moto sí ha sufrido más daño, ya que el acelerador no funciona bien. Tras reparárselo y darle mi botella de agua, pues decía que le dolía mucho la cabeza, el señor decide irse rápidamente pues su mujer ‘lo va a matar por haberse caído’.

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