Isla Cozumel (21 mayo 2017)
Tras una semana paseando por la Riviera Maya, vuelvo a Cancún para despedirme de Alberto y me ha pasado casi de todo …
Quién sabe dónde me debieron clonar la tarjeta de crédito y me han hecho un par de pagos de elevado importe en Estambul, anulé la tarjeta por teléfono, me emitirán un duplicado y trataré de que me devuelvan el dinero, pero el proceso es algo largo.
La tarjeta de ‘repuesto’ me la olvidé en un Oxxo (supermercados muy famosos y numerosos en México) y me di cuenta 100 kms después, así que tras buscar el Oxxo donde me la había dejado pues son todos iguales en Cancún, la empleada que me cobró la tenía guardada, ufff, menos mal!
Además, la policía me ha parado 2 veces en la misma rotonda-revuelta (pero en días diferentes) y la verdad es que fue culpa mía ambas vece pues me salté el semáforo pero es que en las rotondas de Cancún hay semáforos para cada fila, casi. Ambas veces se solucionó por la vía rápida, ya que aquí lo normal es que te retengan algún documento o las placas hasta que pagues, pero los policías se ofrecieron a ‘gestionarme’ el pago de la multa si lo hacía en efectivo en ese mismo instante. Curiosamente el importe de ambas fue diferente … quizás porque esté aprendiendo a negociar? Jajaja.
Un par de semanas antes, en el evento de motos celebrado en Progreso, conocí a Vero, una biker que vive en la Isla de Cozumel y que me ofreció alojamiento y a enseñarme la isla de la que tanta gente me había hablado, así que decidí ir a visitarla, pero el último ferry ya había salido, así que ella me consiguió alojamiento en casa de otros amigos en Playa del Carmen, concretamente en casas de Juan Carlos y Lore, otros dos bikers que se portaron genial conmigo, muchas gracias, amigos!
Al día siguiente el ferry salió con retraso y aunque la travesía dura una hora y media, no se hace muy pesada pues el vaivén del barco es continuo y bastante fuerte atravesando estas aguas del caribe.
A la llegada me estaba esperando Vero con su flamante Honda Rebel 250 y tras dejar el petate en su casa, nos fuimos a recorrer la isla … wow, todo lo que me habían hablado se quedaba corto: playas increíbles por toda su costa, unas más tranquilas (las situadas al oeste) y otras más salvajes y agrestes, las que reciben toda la fuerza del Atlántico.
He conocido mucha gente en la isla pues participé en un evento solidario que consistía en pasear en moto a aquella persona que colaborara con la asociación que lo organizaba, así como a muchos amigos de Vero que son también motociclistas, con un gran denominador común, aparte de las motos, muchos no son oriundos de la isla, sino que vinieron de vacaciones y se quedaron para siempre ante la belleza de la misma.