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Playa Del Carmen II (24 Mayo 2017)

Playa del Carmen II (24 mayo 2017)

Regresando de Cozumel solo iba a hacer una parada en Playa del Carmen para recoger documentación que me habían enviado desde España a la oficina de Alberto en Playa del Carmen, y es que en algún lugar del planeta me debieron clonar la tarjeta de crédito y ahora han decidido utilizarla dos veces en Estambul por importe de más de 1.500 euros, así que la anulé y ahora me está llegando el duplicado, pero una nueva amiga me convenció para que me quedara un par de noches para conocer bien la ciudad y fue un acierto pues en el hostel  ‘Viva la Vida’ donde me alojé había muy buen ambiente, así que de un día, mi estancia en la ciudad pasó a más de una semana.

Ya la primera noche fue divertida con Alex, ‘el catalán viajero’, Paulo ‘chinga a tu madre’, un sueco que se pasa 6 meses al año viajando por Latinoamérica y unos argentinos que se despedían de Playa esa noche.

Pero lo ‘heavy’ llegaría el sábado y es que después de unos cuantos garitos nocturnos, cuando llegué al hostel, a eso de las 1 a.m., había unos mexicanos recién entrados armando una buena fista en la pequeña alberca. Así que nos fuimos uniendo al grupo, Alex, Paulo, Riki, ‘el pamplonica instructor de buceo’, Yoseline, ‘la bella durmiente’ y un servidor, continuando la fiesta hasta las 11 de la mañana, acabando con todas las reservas de cerveza del resto de inquilinos del hostel, que luego repusimos, por supuesto.

A partir de ahí la cohesión entre el grupo fue mayor, uniéndose al día siguiente Adriannis, ‘la linda venezolana’.

Otra tarde/noche memorable fue cuando un domingo quisimos comprar algunas chelas para hacer una barbacoa nocturna, así que Paulo y yo fuimos a la aventura de adquirirlas, y digo aventura porque en Playa del Carmen no venden cerveza en las tiendas a partir de las 5 de la tarde.

Íbamos de tienda en tienda, de súper en súper, de abarrote en abarrote, … y todos nos decían lo mismo: ‘Aquí, no, intentadlo allá!

Al preguntarles por el motivo, unos decían que era porque si la venden, la gente no iría a trabajar el lunes, otros porque el hijo de un gobernador tuvo un accidente conduciendo ebrio un domingo, …

En fin, nosotros seguíamos en nuestro intento, cuando de repente, una de las chanclas de Paulo se rompió … otra odisea conseguir unas de su número por estos lares, y lo digo por experiencia, ya que con un 47, me ha costado casi 2 meses encontrar unas. Él tiene ‘sólo’ un 45, así que finalmente encontramos un par de su talla, continuando con la búsqueda de las chelas, que es lo importante.

Mientras caminábamos por la 5ª avenida nos ofrecieron marihuana, cosa normal que te ofrezcan por aquí, pero le dijimos que lo que queríamos era cerveza, a lo que contestó que sólo la encontraríamos en los ‘clandestinos’. Nos explicó cómo llegar a uno pero nos confundimos y acabamos en un ‘table’, je, pero al pedir un six para llevar, nos explicó que allí ‘para llevar’ es otra clase vicio … Muy amablemente nos indicó que el lugar que estábamos buscando era la puerta contigua.

Por fin! Era un hotelucho y al preguntar en la recepción por el líquido elemento nos contestaron que era si sabíamos que era ilegal comprar cerveza, pero no pudieron aguantar la risa y la siguiente frase fue “¿Cuántos queríamos?”

El resto de los días fueron más tranquilos entre cenotes y playas de ensueño, pero cada día se despedía a alguien del grupo, así que llegó el momento de partir y continuar hacia nuevas aventuras.

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