MAHAHUAL (31 mayo 2017)
Ahora sí, comienza oficialmente la temporada de lluvias … primera vez que me pongo el traje de agua en muuuucho tiempo. Son de esas tormentas que dices “¿me lo pongo o no me lo pongo?”, sabiendo que si te lo pones, apenas durará 5 minutos, pero si no lo haces … acabarás calado hasta los huesos.
Paro en un Oxxo para comer algo y en la puerta un chico me pide dinero para unos tacos, le respondo que dinero no pero que si quiere un sándwich y un Gatorade, que es lo que voy a comer yo, respondiendo afirmativamente solo con la cabeza. Se lo di y desapareció inmediatamente.
Llego a Mahahual, precioso pueblito a la orilla de la Costa Maya, con playas idílicas donde el océano muestra ese azul turquesa característico del Caribe. El hostel donde tenía pensado quedarme está completo y los precios de los hoteles son prohibitivos, así que decido acampar en la playa por 3 euros. Baño y regadera, quién necesita más estando en el paraíso?.
El pueblo invita a pasear a lo largo de su calle principal que discurre paralela a la playa hasta llegar al faro donde se encuentran las típicas letras de colores de los pueblos mágicos de México, donde es casi obligada la foto.
Mahahual es algo caro pues por el día llegan cruceros cargados de turistas (casi todos estadounidenses), ávidos de comer en los restaurantes a pie de playa y de comprar recuerdos en los cientos de puestos de artesanías que hay, tanto de gente local como de otros viajeros que financian de esa manera sus travesías.
Uno de los días aprovecho para visitar otro pueblo del que me habían hablado, Xcalak, al que se accede por un camino de 50 kms de offroad, que sin equipaje, disfruto muchísimo mientras contemplo las playas bañadas por el océano. Es temporada baja en la zona y el pueblo está muy muy tranquilo, así que, tras estar un rato sentado junto a mi moto contemplando el inicio de una fiesta infantil con la música reggetón a todo volumen, decido volver a Mahahual para pasar el resto del día en una playa de ensueño bajo la sombra de una palmera.