Riviera Maya (13 mayo 2017)
De nuevo camino de Cancún para visitar a Alberto Ballesteros, un chiclanero que recientemente ha dado la vuelta al mundo en su Honda Transalp. Él salió unas 2 semanas antes que yo y hemos estado en contacto durante todo este tiempo, facilitándome información en numerosas ocasiones pues él iba por delante de mí y me iba respondiendo a las dudas que yo le iba planteando, incluso coincidimos en San Francisco mientras yo estaba esperando a que la africota cruzara el Pacífico y él ya se dirigía hacia el sur. Terminó su viaje hace unos 2 meses y se ha venido a trabajar a Cancún. Por el camino me encontré con Justo, otro motorista español afincado en México desde hace muchos años e iba también camino de Cancún ese día, así que acabamos cenando los tres juntos contando batallitas de motos, por supuesto.
Las playas de toda la Riviera tienen ese color turquesa característico y, por supuesto, una arena blanca muy muy fina, pero Cancún está demasiado masificado, así que prefiero desplazarme más al sur.
Playa del Carmen es diferente, pues los hoteles gigantes aún no la han invadido y aunque hay muchos hoteles y hostels, son pequeños y los turistas o viajeros que allí llegan hacen mucha vida en la calle, aunque todo gira en torno a la más famosa de sus vías, la 5ª avenida, estando llena de gente, mañana y noche, haciendo que los precios de todo se disparen.
Tras pasar una noche allí, sigo camino hasta Punta Allen, un pueblito perdido al final de la Reserva de Sian Ka’an, al que sólo se puede acceder por un camino bastante bacheado de unos 60 kms desde Tulum atravesando parajes preciosos bordeando toda la costa y que permiten descubrir playas increíbles donde no te puedes resistir a darte un bañito, aunque muchas de ellas están llenas de residuos plástico que arrastra la corriente, vete tú a saber de dónde.
En Punta Allen me alojo en un camping-hostel regentado por Niki, una estadounidense que llegó hace 17 años y se quedó aquí para siempre, convirtiendo su espacio en un pequeño paraíso, tanto es así que lo que iba a ser sólo un noche, se convierten en 4 tras visitar las ruinas mayas de Tulum y regresar, cosa que a Niki no le sorprendió mucho pues reconoce que todo el que visita este sitio, vuelve, aunque no tan rápido, jejeje
En Punta Allen puedes disfrutar de paseos por la selva hasta la Lagua Negra, al Faro, ver el atardecer en el muelle ‘de atrás’, embriagarte con las estrellas en la playa cuando todas las luces del pueblo se apagan a las 12 de la noche (pues es cuando apagan el generador de corriente que abastece el pueblo) o simplemente refrescarte con una cerveza con la gente local, en fin, pura tranquilidad, únicamente rota cuando llega alguna excursión organizada de turistas en un convoy de jeeps proveniente de los caros hoteles de ‘todo incluido’.