Quito, en la posada de Frankcisco – ECUADOR (25 sept 2017)
Los vuelos están saliendo regularmente desde La Habana, así que tras despedirme de mis amigos españoles a los que veré en unos meses, cuando regrese a casa, comienzo mi periplo por los aeropuertos de San Salvador y el de Quito, donde duermo en un banco pues mi avión llegó de madrugada y no era cuestión de despertar a la familia que me iba a alojar a esas horas.
He pasado un par de días en casa de Francisco, que, a través de la red M.A.I., ofrece posada en Quito para aquellos motoristas que pasan por la ciudad, donde había ‘aparcado’ la africota en buenas manos durante mi viaje a Cuba. En este par de días aprovecho para ir al taller de Lobo para revisar los frenos delanteros pues siguen con problemas, donde me realiza una buena limpieza de los pistones a la antigua usanza. Me cuenta Lobo que aprendió el oficio de su padrastro, al que agradece el haberle enseñado a trabajar así, de forma tan concienzuda. Aproveché también para soldar el escape que estaba totalmente seccionado, sujetado sólo por el soporte trasero. Con razón petardeaba tanto, je!
Una vez resueltos los problemas mecánicos, un poco de turisteo visitando el monumento en la Mitad del Mudo, latitud 0º0º0º, justo en la línea donde se separan el hemisferio Norte y el Sur, aunque me explican que en realidad esa línea imaginaria tiene 5 kms de ancho.
También visito el volcán Pululahua, uno de los dos volcanes habitados en su interior en todo el mundo, aunque más que un volcán parece un enorme valle rodeado por montañas; cerca de la entrada al volcán se encuentra el museo del Sol, donde se muestran las extrañas obras del artista local Ortega Maila.
Tras despedirme de mis amigos de Quito y agradecer todas las atenciones recibidas es hora de poner rumbo a la costa ecuatoriana en busca de esas bonitas playas de las que tanto me han hablado.