Costa de Ecuador (27 sept 2017)
Apenas 60 kms después de dejar Quito ya desaparece el frío y comienzo a desprenderme de la ropa de abrigo. Noto un ruido raro en el tren delantero así que paro en un taller de carretera gestionado por unos chavales y llegamos a la conclusión de que pueden ser los rodamientos. No estoy muy convencido pero ya ni me acuerdo de cuando fue la última vez que los cambié, puede que en Rusia o puede que no los haya cambiado en los más de 70.000 kms que llevo de viaje, así que sustituirlos no parece una mala idea. Divertido el rato que pasé con los mecánicos, acabando con fotos, selfies e intercambio de redes sociales.
El ruido no ha desaparecido pero es de menor intensidad, creo que es la pinza derecha que ha cogido holgura de tanto sacar y meter los pistones, nada preocupante, así que sigo camino.
La primera parada costeña es en Atacames, cerca de Esmeraldas, uno de los puntos más turísticos de la zona, pero es temporada baja y apenas hay gente, así que relax total en la playa donde conozco a un chico con el que estuve conversando tranquilamente y al final me propuso un masaje con final feliz, cosa que decliné cordialmente. También se me acercó una prostituta a ofrecerme el mismo servicio, aunque esta vez cobrando, je. La noche del miércoles es aburrida pero el jueves se animó la cosa debido a la proximidad del fin de semana, acabando bailando salsa hasta altas horas con nuevas amistades.
El siguiente destino es Cojimíes, un tranquilo pueblito cuyo principal atractivo es la pesca deportiva pero no estamos en temporada, así que el pueblo está bastante aburrido, pero en el único bar decente trabaja un argentino que me presenta a 2 catalanas que acababan de llegar de hacer un voluntariado durante 6 semanas en una población cercana y a otros chicos locales que estaban con ellas. Tras unas cervezas de presentación, acabamos todos en la única discoteca de la localidad, bastante rancia, la verdad, pero es lo único que hay y al final echamos un buen rato allí.
Al día siguiente fuimos todos juntos en lancha a la Isla del Amor pasando todo el día tirados en la playa echando unas risas y escuchando canciones gracias a que Wilfred y Niko se llevaron una guitarra.
Pero por la noche … ohh! Sorpresa, aparecen Marcelo y Valeria, una pareja de motoviajeros argentinos que conocí en Panamá, en el Refugio Mamao. Ellos van de regreso a su país y nos hemos vuelto a encontrar en Ecuador, compartiendo con ellos varios días de ruta, entre ellos, la ruta hasta Montañita, otro de los puntos turísticos calientes en Ecuador, pero la temporada de lluvias, unido a que es comienzo de semana, hacen que el pueblo se encuentre casi vacío y gris, por lo que apenas pasamos un par de días aquí, pues no se puede disfrutar de sus playas y no hay gente para salir de marcha por la noche, así que ellos continuarán camino hacia el sur y yo me dirijo hacia el centro del país. Hasta pronto, amigos, nos veremos en mi periplo argentino.