Valledupar – COLOMBIA (6 agosto 2017)

Mis amigos del Club Pulsar Elite organizan una ruta dominguera desde Barranquilla hasta Velledupar, a la que decido unirme para despedirme de ellos como se merecen. La ruta comienza a las seis y media de la mañana, rodando en su primera parte por toda la costa del Caribe colombiano hasta La Guajira y desde allí tomar dirección Sur.

Tienen una forma curiosa de rodar en grupo pues cada uno para cuando quiere y por el motivo que sea, tornándose muy divertida cada una de las paradas, aunque no avanzamos mucho, pero, ¡que más da!, lo importante es pasarlo ‘bacano’ y eso, puedo asegurar que con ellos es cierto.

Pasamos cerca de la frontera con Venezuela y me sorprende que las gasolineras están abandonadas, ¿motivo? Hay cientos de vendedores ambulantes del preciado líquido situados a ambos lados de la carretera durante decenas y decenas de kms. Al parecer, esa gasolina procede ilegalmente de Venezuela, donde es muy muy barata, tanto que, por ejemplo, a las motos de baja cilindrada no les cobran al llenar su tanque por lo irrisorio de la cifra, así que aquí puedes conseguir llenar el depósito por menos de 30 ctms el litro, y aunque pudiera parecer lo contrario, la gasolina es de mayor octanaje que la colombiana, cosa que corroboramos todos los del grupo pues nuestras motos ‘vuelan’ después del repostaje.

Tras una parada para comer ‘cabro’ y otra para visitar el pueblito ‘La Junta’, famoso por su ‘Ventana Marroncita’, lugar mítico en Colombia por una exitosa telenovela, arreglar un par de pinchazos de uno del grupo que se tragó un enorme bache, llegamos, por fin, tras el aguacero diario, a Valledupar, ciudad mundial del Vallenato, un estilo de música muy popular aquí cuyo máximo exponente falleció y se encuentra enterrado en el cementerio de la ciudad. Todos me miraron bastante raro al decirles que no conocía a aquel famoso cantante, incluso me cantaron algunas de sus canciones; ninguna me sonaba pero se pensaban que estaba de broma.

Después de cenar salimos un rato por la ciudad para tomar unas cervezas y unos tragos de aguardiente, servidos en rondas por cada uno de los integrantes del grupo, es como se hace por estos lares, y tras presenciar un par de conatos de pelea de borrachos, nos fuimos a casa … a casa de la tía del presidente del club: más de 14 personas acabamos durmiendo en el salón … juntos pero no revueltos!