Bariloche – ARGENTINA (12 dic 2017)
Seguimos por la Ruta 40, la primera parte del día discurre por un páramo frío, desolado y muy aburrido, pero, de repente, la vegetación comienza a cambiar, explotando los colores que se muestran ante nuestros ojos, como esos árboles de un verde intenso, o esas flores de un color tan amarillo que es imposible dejar de mirarlas y que pueblan las cunetas de las carreteras, y es que hemos entrado en la ruta de los 7 lagos … simplemente ESPECTACULAR!
Entre curva y curva se me escapan varios “ohhhh!” dentro de mi casco y no hay mejor almuerzo que un bocata de atún de lata a la orilla de un río, ‘somos ratas o no?’ aunque luego nos gastamos el presupuesto en una pinta de cerveza en el bar más ‘pijo’ de San Martín de los Andes, que nos supo a gloria pues estábamos saboreando las mieles del éxito de llegar a uno de los hitos de nuestro viaje por Argentina, y así fue: Entre fotos, curvas, lagos y montañas nevadas llegamos a Bariloche, al taller de Rodry Chopper que nos estaba esperando y rápidamente nos llevó a la sede del club del cual es presidente, BIKERS MC, donde dimos buena cuenta de una rica cena y unas merecidas cervezas bien frías, aunque no hace falta que estén tan fresquitas pues cuando el sol se esconde, para dar paso a la noche, hay que abrigarse bien, y es que, como nos dicen por aquí, “Esto es la Patagonia, amigo!”. Para dormir, Eli, una amiga del Pi, que estuvo viviendo muchos años en España, nos ha invitado a su preciosa cabaña de madera que tiene junto al lago.
Al día siguiente toca mantenimiento de las motos. Para la africota: cambio de aceite y filtro y soldadura de un refuerzo para los soportes de las maletas. Y reglaje de válvulas y cambio de discos de embrague para las Motomel, sí, apenas tienen 4.000 kms y ya han tenido que hacer varios reglajes y ahora toca cambiarles los discos. Tras la ardua tarea toca paella en el club, preparada por el Pi y Pedro, y a la noche, ‘choripaneada’, la Casa Club se llena de gente, dándonos la bienvenida todos los allí presentes y además me sirve para conocer a Javi, otro motoviajero al que seguía hace tiempo y que recién acaba de llegar de hacer Alaska – Ushuaia en “la abeja” como llama a su BMW clásica del año 1990. Me cuenta lo duro que es la vuelta a la rutina después de tantos meses experimentando la libertad de rodar cada día por nuevas carreteras y conociendo a tanta y tanta gente nueva. En fin, ya habrá tiempo de pensar en éso, aunque es cierto que ya se ha despertado en mi interior un ‘gusanillo’ que me va recordando que el fin de mi aventura se acerca.