Pasan los días en Lima – PERU (6 nov 2017)
El fin de semana ha pillado de por medio así que he aprovechado para hacer algo de turismo.
El viernes noche salí a hacer la ronda y tras unos chupitos que me invitó el camarero en el primer bar y unas cuantas cervezas posteriores, decidí que ya era hora de irse a dormir.
El sábado acepté la invitación de Andrés para comer , un nuevo amigo al que por fin he podido conocer físicamente en la ciudad ya que por las redes sociales sí manteníamos contacto, buena charleta nos hemos pegado. En el hostel llegó Ewen, un motoviajero canadiense que rueda cuando su trabajo se lo permite, dejando su moto en el país que le pille, continuando viaje donde lo dejó. Estuvimos compartiendo anécdotas y cervezas hasta bien entrada la madrugada. Espero que le vaya bien en el cruce de frontera pues iba con la documentación caducada, pero cómo decía él, no era mucho tiempo, apenas 10 o 12 meses, je!
El domingo aproveché para ir al casco histórico de Lima, visitando la Catedral, el Arzobispado y el Palacio presidencial, donde cada semana a las 12.00 h puedes deleitarte con el cambio de guardia, muy bonito todo el acto hasta que la banda comienza a tocar el “Despacito …”, y comienzan a desfilar a su ritmo … ufff.
Lunes, por fin, me dirijo al taller para ver si el amortiguador ha sido reparado pero me dicen que hasta el final de la tarde, nada, así que, mientras, cambiamos el relé de arranque, que ya estaba dando alguna falla y le metemos mano a la bomba de gasolina. Pero ésta es más difícil de encontrar, resultando la jornada prácticamente infructuosa ya que la hora del cierre del taller no teníamos ni amortiguador ni bomba, aunque la noche fue mejor pues cené con Stanly, un costaricense que había conocido meses atrás en un evento de motos en Panamá y que está en Lima por motivos de trabajo.
Martes, parece que hoy es el día señalado para que todo quede solucionado. Las primeras noticias fueron buenas, pues había aparecido una bomba de gasolina de una ZZR600 que al parecer es compatible … bien!!!. El amortiguador también hace acto de presencia, con bastante demora, pero al intentar montarlo, se desarma, así que hubo que devolverlo hasta dos veces. Finalmente la moto quedó preparada a eso de las 5 de la tarde, lista para ser probada por las calles de Lima y con tiempo de ver el atardecer desde el barrio Barranco. Aparentemente todo funciona de manera correcta, aunque un poco dura la suspensión, esperaré a montar todo el equipaje para regularla bien y hacer la prueba definitiva en carretera.
Para despedir la ciudad, nueva amistad que hice en el taller, Alfonso, un español que lleva afincado en Lima desde hace más de 6 años y me ha invitado a cenar, charlando distendidamente sobre motos y viajes, como no podía ser de otra forma.