SAN DIEGO, CALIFORNIA (27 ene 2017)

Me acerco a la frontera con México recorriendo de nuevo la carretera de la costa desde Los Angeles; al principio por Freeway, muy aburrida, monótona, con mucho tráfico y numerosos atascos, y luego por la pacífica, más pegada aún al océano, más lenta pero desde donde se divisan las playas, puestos de vigiliantes, chicas jugando al volley, chavales (y no tan chavales) rodando con sus monopatines, … en fin, todo lo que tenemos en nuestra mente y nos imaginamos por esta parte del planeta: Sol y playa!

Al llegar a San Diego, y mientras hago tiempo para el encuentro con John (mi nuevo amigo que me hospeda en su casa), decido parar en un bar cercano a la playa para ver el atardecer del pacífico una vez más. Allí conozco a Craig y July, otra pareja de motoristas que al verme llegar con la africota se han acercado para interesarse y hemos mantenido una amena conversación, además, muy amablemente, me han invitado a una cerveza … ahora sí, esta es ‘la cerveza de la victoria’, pues siento que hoy se cierra esta etapa en mi viaje, tras 5 meses en EEUU y Canadá, tiempo en el que, a pesar del frío, he disfrutado enormemente de los bellos lugares y paisajes que estos dos gigantes países me han ofrecido, pero sin duda, lo mejor de estos meses ha sido permitirme estar con mi familia en San Francisco un buen período de tiempo y conocer a tantísima gente que me ha ayudado en mi periplo estadounidense.

Pero aún quedan un par de días en San Diego, en casa de John y Lisa, y los voy a aprovechar intensamente antes de decir un ‘hasta luego’ a este increíble país.