SEATTLE y VANCOUVER – 12 a 18 de Octubre de 2016
Sólo una noche en Seattle que pasó ‘ni fu ni fa’. Esa noche había partido de Soccer, los Sounders locales contra no sé quién, por lo que había mucho ambiente por las calles, pero al empezar el partido todo el mundo se fue al estadio, así que me tome una cerveza en solitario en un bar mientras veía la primera parte.
De la ciudad me gustó su torre que parece una nave espacial y un mercado enorme que hay junto al muelle donde puedes encontrar casi de todo, desde cangrejos gigantes hasta flores, pasando por antigüedades , tiendas de recuerdos y muchísimos puestos de artesanía.
Tenía ganas de llegar a Vancouver pues la moto ya estaba allí, aunque en aduanas la tenían presa por no sé qué motivo, así que me cogí el primer bus para cruzar al país vecino. Utilicé uno de esos autobuses grises que salen en las pelis pues era el medio más barato, aunque a priori tenía buena pinta pues anunciaban que tenía wifi y enchufes para cargar los dispositivos electrónicos. Una vez en marcha comprendí porque era tan barato, en mi asiento no había enchufe (había desaparecido) y la wifi funcionaba de vez en cuando, además, en la primera parada, (de las muchas paradas que hace el conductor para fumar), me cambio de asiento y al enchufar el cable en la clavija disponible, se produce un corto y me rompe el cargador.
Reseñar que el paso por la frontera a Canadá fue bastante sencillo y nada tiene que ver con lo que estamos acostumbrados a ver en la tele, espero que cuando vuelva con la moto sea también así de fácil, je.
Vancouver me recibe con lluvia, lluvia que no ha cesado en todos los días que llevo en Canadá, pero eso no impide que haya gente en continuo movimiento en el Downtown de la ciudad. Enormes edificios, zonas verdes y vida muy cosmopolita hacen de Vancouver una de las mejores ciudades del mundo. Me alojo en la parte baja de la calle principal donde se encuentra el ambiente más joven que se refleja en la existencia de pubs, tiendas de ropa alternativa, hostels, luces de neón, tiendas de comida rápida, olor a marihuana …
A pesar de la fina lluvia, apetece pasear por la ciudad, pues en la mayoría de edificios existen unas marquesinas de metacrilato que te protegen de ella. Además la gente apenas le echa cuentas a la lluvia pues la mayoría van sin paraguas y sin capucha, me imagino que estarán ya acostumbrados, porque si no, no saldrían de sus casas.
En uno de los paseos me encuentro con la calle Hastings, sorprende encontrarse una calle así en esta ciudad, y es que en esta calle te das de bruces con todo aquello que la sociedad no quiere ver: suciedad, pobreza, harapos, drogas …
Después de tanto tiempo en compañía de la familia, se hace un poco raro volver a la soledad del viajero, pero nada mejor para subir el ánimo que una videoconferencia con mi gente de Mas Gas Club mientras celebran el 26º aniversario del Club. Qué gustazo ver y escuchar a tantas caras conocidas. Hay que repertirlo!!!!
5º día en Vancouver, lunes y me levanto temprano para ir a la oficina de la agencia que me está llevando los papeles de recogida de la moto, (por supuesto, continúa lloviendo). Una hora y media de tren y de bus hasta el local para recoger un papel y volver a llevarlo a la Agencia de aduanas que está cerca de mi hostel. Sí, la burocracia también es enorme en este lado del planeta.
Ya tengo el sello, pero ha costado trabajo, ya que el oficial me ha preguntado casi de todo, incluso me ha dicho que si sé que me encontraré nieve en el camino, así que con el sellito puesto, la moto estará en la agencia a las 14.00 del día siguiente … por fin!!!
Es un buen día, que también se refleja en que aparece en el hostel la bolsa con mis macarrones que no encontraba el día anterior. Nadie se los había comido, sólo los cambiaron de sitio, je.