Sur de Ecuador (7 octubre 2017)
Después del Volcán Quilotoa volví a Baños, pues es fin de semana con el lunes festivo y la animación se hace notar en esta turística localidad. El hostel es otro ya que en el que me quedé la otra vez que estuve aquí está al completo, pero en el nuevo conozco a Aaron y Marco, con los que salí a tomar unas cervecitas y a otros motoristas que me indican unas rutas por el oriente del país a través de la selva del amazonas, para llegar a Cuenca, donde me recomiendan un taller donde cambiar el neumático y poner la africota a punto.
Dicho y hecho, sin dormir mucho por la fiesta nocturna en Baños, inicio ruta a través de la jungla del amazonas ecuatoriano; impresionante conducir rodeado de plena naturaleza, haciendo noche en un pequeño pueblo, Sucúa, para al día siguiente continuar hasta Cuenca.
Preciosa y colonial ciudad, con el tráfico ordenado y la gente muy amable y simpática, como Paul, que sin apenas conocerme, sólo a través de Facebook, me invitó a comer a su casa con su familia. No pude conocer la ciudad muy a fondo pues me pasé 3 días metido en el taller Morejón Motos, primero cambiando aceite y filtros, continuando con una apertura de culata del cilindro trasero y, finalmente, intentando solucionar los problemas con las pinzas de freno delanteras.
Antes de despedirme de Cristóbal, el dueño del taller, éste me puso en contacto con Víctor, en Loja, una población más al sur que estaba en mi ruta. Tras llegar a su casa y tomarnos un café con su familia, me acompañó hasta otra localidad, Vilcabamba, famosa por la longevidad de sus gentes, lo que ha atraído a numerosos estadounidenses ya retirados, dando lugar a un pueblo muy tranquilo y pintoresco.
Víctor me lleva hasta casa de Scott, que vive alejado del pueblo, en un páramo tranquilo y donde tiene una cabaña para viajeros, que me ha permitido utilizar durante tres días, pues él es también motorista y viajero, con su Ktm 690 transformada en una auténtica devoradora de kms.
Han sido tres maravillosos días, con barbacoas de por medio, primero con Víctor, quién me recomendó unas buenas rutas para hacer por Perú y otro día con los amigos de Scott: Will y Sergey, acabando bastante tarde a a luz de la hoguera charlando, con mi oxidado inglés, de viajes y de qué será de mi futuro cuando regrese a España. Gran tipo este Scott, espero que nos volvamos a ver, y también a su perro, Bentley.