Vértigo en Bariloche – ARGENTINA (11 enero 2018)
Aunque aún me quedan unos 15.000 kms y más de dos meses de viaje, no puedo dejar de pensar que habiendo cumplido el objetivo principal: llegar a Ushuaia, ahora ya estoy de retorno. Si bien, no es como en otros viajes que vuelves por el mismo camino, pues cada día es un nuevo cúmulo de experiencias, con lugares inéditos para mí y cada persona que encuentro es una nueva oportunidad de hacer un amigo, cada vez son más las señales que me muestran que ésto está llegando a su fin, por ejemplo, incluirme en un grupo de whatsapp para los turnos de barra del año o mensajes de amigos diciendo “Ya te queda poco”, con buena intención, sin duda, pero que en mi interior pienso ‘Y éso, ¿es bueno o malo?’.
Por supuesto que tengo ganas de volver, ganas de ver a familiares y amigos y fundirme con ellos en un fuerte abrazo, pero cada vez tengo una sensación mayor de vértigo, vértigo por saber cómo será todo cuando regrese: ¿Me adaptaré a aquella otra vida que dejé atrás? ¿a volver a trabajar 7 horas al día encerrado entre cuatro paredes, cumpliendo horarios, después de 2 años de plena libertad?
¿Será verdad que un viaje así te cambia? No tengo la sensación de haber cambiado, pero no debo ser yo quien lo evalúe, sino las personas que me conocían antes.
¿Podré estar tranquilo sin que mi mente empiece a evadirse imaginando estar en algún recóndito lugar del planeta?
Sé que las respuestas a estas preguntas no las encontraré hasta que de nuevo esté instalado en mi ciudad, así que por ahora disfrutaré de cada kilómetro, cada metro, cada instante, como he hecho hasta ahora. Ahora más que nunca … ¡A topeeeeee!