4 de Octubre 2016 – SAN FRANCISCO
40 días, 40 en esta bonita ciudad, aunque cara. En Vladisvostok decidí enviar la moto por barco hasta Vancouver por dos motivos, el económico, ya que al hacerlo así me ahorraba algo de pasta y el emotivo, ya que a pesar de que el plazo de entrega sería bastante largo, aprovecharía para pasar un tiempo prolongado con mi hermano y su familia, pues residen en San Francisco y está relativamente cerca de Vancouver.
Desde el primer momento me sentí como en casa: el recibimiento en el aeropuerto, mi habitación personalizada con dibujos de mis sobrinas, tarjeta ‘clipper’ cargada para moverme en el bus por la ciudad, un frigo típico americano lleno de comida, un juego de llaves, … pero sobre todo el calor humano de toda la familia que, después de tantos meses solo, ya echaba en falta.
Al principio me parecía increíble poder estar aquí, y es que, tras pasar buenos y malos momentos encima de la moto, tenía un mes completo para disfrutar con ellos y recuperar fuerzas para continuar el viaje.
Los primeros días fueron de turismo, pateando la ciudad y echando cientos de fotos: Golden Gate Bridge, Museo de las Finas Artes, Barrio de Marina, el Embarcadero, Pier 39, Fisherman´s Wharf, Lombard Street (la calle con más curvas en menos espacio del mundo), Union Square, Baker Beach … , y aunque todos estos sitios ya los conocía de una visita anterior hará un par de años, he disfrutado de ellos como si fuera la primera vez.
San Francisco tiene mucho que ver, pero decidí que tenía que aprovechar mejor el tiempo que iba a estar aquí, así que me apunté a una academia de inglés y fue la mejor idea que pude tener, ya que me ha permitido, además de mejorar mi inglés ‘nivel Tarzán’, conocer a muchísima gente maravillosa y de una diversidad cultural tremenda, provenientes de países tan distintos como China, Japón, Rusia, México, El Salvador, Brasil, Kazajstán, Vietnám, Mongolia, Arabia Saudí, Egipto, Francia, Ucrania, …
La gente en esta academia es muy maja y enseguida entablas conversación con cualquiera de ellos. Al principio me preguntaban que si era Rockero o Surfero, por las pintas que llevaba, je, aunque San Francisco no se caracteriza precisamente porque la gente vaya vestida muy ‘normal’, que digamos, jejeje.
Hice muy buenas migas con un grupillo, compuesto mayoritariamente de japoneses, así que de buenas a primeras me encontré totalmente integrado con ellos disfrutando de la ciudad y saliendo de fiesta con el grupo, haciendo picnics en los parques, barbacoas en la playa, de cervecitas en sus hostels, cantando en el karaoke, …
Han sido muchos y muy buenos los ratos que he pasado con ellos y, sin duda alguna, viajarán conmigo en mi memoria. Tengo que mencionar también a mi profe John y su clase de los jueves por la tarde, ‘Historia del Rock’, donde nos invitaba a Coronitas para que nos soltáramos con el inglés, (buen método, no?). También nos llevó de visita a una feria del libro organizada por la Bibiloteca municipal donde se vendían libros usados desde 1 dólar.
Pero en la academia no todo era ‘jauja’, también hubo que estudiar ya que al final de cada trimestre hay exámenes y si no sacas un mínimo del 60%, te expulsan de la ‘school’. Tengo que decir que a pesar de haber estado sólo 3 semanas, conseguí sacar una buena nota como lo acredita el Certificado que me entregaron en la barbacoa que organiza la academia para celebrar cada fin de trimestre.
San Francisco no es todo brillo y esplendor. En su ’Downtown’, además de rascacielos, hay muchísimas personas sin hogar y que duermen en la calle (homeless). Los peatones pasan a su lado casi sin mirarlos ni echarles cuentas y piensas si con el paso del tiempo sería capaz de ignorarlos de esa manera.
¿He mencionado que la ciudad es cara? Pues no es cara, es carísima. La comida, el alojamiento, la ropa, la gasolina, … todo por las nubes, y por supuesto, la birra también. Una cerveza en cualquier bar normal no bajaba de los 8 pavos, así que la gente recurre a los picnics, barbacoas y reuniones de este tipo para pasar el día con la familia y/o amigos.
Algo que me ha encantado de San Francisco es que se ven muchas motos circulando por las calles, sobretodo Harleys, muy modificadas, que hacían que cada vez que escuchaba el sonido de una de ellas, no pudiera evitar girar el cuello para mirarla, y es que el ‘mono’ de moto ya es enorme a estas alturas.
Mi última semana en San Francisco coincidió con vacaciones escolares de mis sobrinas, así que toda la familia decidimos visitar el Parque Nacional de Joshua Tree y alrededores en Autocaravana, pero esa será otra historia …