GUANAJUATO (3 marzo 2017)
Previa parada en el ‘pueblo mágico’ San Sebastián del Oeste, y tras recoger la moto de casa de Horacio y pasar un par de días con él, dejamos Guadalajara y su intenso tráfico y volvemos a la carretera: Pau y Octavio en su New Beetle y yo con la Africota. Sin equipaje se rueda mejor y avanzamos a buen ritmo, por lo que nos plantamos rápidamente en el centro de Guanajuato, ciudad de tradición universitaria con una intensa vida cultural, a la vez que turística, ya que los edificios de la época colonial se combinan con los del estilo Churrigueresco mexicano, como el Teatro Juárez o la Alhóndiga de Granaditas.
Bajo el casco histórico se extiende una amplia red de túneles que se excavaron para la obtención de plata en el siglo XVI, convirtiéndose en la mina de este preciado mineral más importante del mundo en aquella época y que hoy en día se utilizan como red viaria para aliviar el intenso tráfico del centro de la ciudad.
Guanajuato también es muy conocida por sus momias pues se han encontrado numerosos cuerpos perfectamente conservados tras varios lustros en sus nichos y es que el clima y los minerales que durante años ingirieron a través del agua de la zona parecen ser las causas de este proceso de conservación.
Como toda ciudad universitaria que se precie,, su vida nocturna es intensa y recorrimos varios garitos que nos recomendaron como ‘Los Lobos’, de ambiente rockero y ‘La dama de las Camelias’ de salsa, tomando y pasándolo muy bien hasta altas horas de la madrugada, incluso un chico me sacó a bailar confundiéndose con el pelo largo, pero al verme la cara se le escuchó un ‘Ay, cabrón, pero si es un Vato!’, y salió despavorido, jajaja.