NICARAGUA – Matagalpa (26 de junio de 2017)
Rodar por las carreteras de Centroamérica no siempre es fácil pues a menudo sus condiciones dejan mucho que desear, así que tras cruzar la frontera a Nicaragua me parece como si estuviera en otro mundo pues los 30 kms de bajada sobre un asfalto perfecto con unas curvas deliciosas entre el frescor de la sombra de los árboles que sobresalen de la selva y con unas vistas espectaculares de ríos y montañas, hacen que entrar a este nuevo país esté entre unas de las mejores sensaciones de mi viaje.
Me está esperando en Matagalpa, Rubén, amigo de la infancia de Peter Blue, del club MCZE en Tarragona y que me puso la pegatina de su club en mi guardabarros el mismo día que salí de España al pasar por su ciudad para despedirme de él. Pues bien el diseñador del logotipo que luce en el adhesivo es Rubén, quien vive en Nicaragua desde hace muchos años y tiene una tienda de motos llamada ‘Motogalpa’, como no podía ser de otra manera.
Así que enfilé el guardabarros delantero de la africota, con la pegatina ya un tanto deteriorada tras el agua, el sol, la nieve, el hielo y el viento de miles de kms, hacia su tienda y allí me estaba esperando Rubén y su encantadora esposa. Tras una primera toma de contacto nos vamos al hostal ‘Martina’s Place’, regentado por una pareja de catalanes donde nos tomamos unas fresquitas para celebrar el encuentro junto con Juan Carlos, otro huésped del hostel también apasionado de las motos, que disfruta enormemente de su Suzuki cafeteada, además es tatuador, teniendo su estudio en una cabaña en la montaña donde sus clientes pueden pasar la noche previa a su sesión, gran idea, añadir experiencias al acto de tatuar.
Hice buenas migas con él así que al día siguiente fuimos a rodar por las carreteras locales de las que disfruté muchísimo a pesar de que a la vuelta su moto se averió y acabamos la ruta los dos subidos en la africota bajo el aguacero típico de todos los días en una carretera llena de curvas y con aceite de camión sobre el piso … divertido!
A la vuelta y tras cambiar el aceite en un taller donde me cobraron 2 euros por la mano de obra, pues el aceite me lo había regalado Rubén, él mismo había preparado una charla-coloquio con otros motoristas de la ciudad, entre ellos Juanjo, otro español que vive aquí desde hace mucho tiempo y que pertenece al club L.A.M.A., club internacional de motos extendido por todo el mundo y cuya filosofía es ayudar a otros motociclistas que lo necesiten.
Al día siguiente, tanto Rubén como Juanjo me acompañaron unos kms en mi despedida de la ciudad, disfrutando de las carreteras nicaragüenses en compañía de estos nuevos amigos.
Gracias Rubén por tu amistad y hospitalidad, nos volveremos a ver, seguro, ya sea en Nicaragua o cuando volváis a España de vacaciones.